lunes, 6 de abril de 2015

Espinas clavadas.

La sensación de que pudiste hacer algo y no lo hiciste. De que podrías hacerlo pero hay algo que te lo impide. Por lo que sea. No lo hiciste. No lo haces. Y se te queda la espina clavada.

Y la espina deja una herida en forma de remordimiento. No es una herida que duela mucho. Pero si algo tiene es que no sana. Siempre se infecta con algo que le impide curarse (Ay, consciencia...). Y cuando estamos sin ninguna otra afección, vuelve ese pequeña punzada a lastimarte. Y lo peor es que tiene arreglo: Quítate la maldita espina y punto.

Pero no puedes. Llega un momento en el que la espina, y su infección, forman parte de ti. Y te conviertes en alguien infecto. En alguien con miedo.

Con miedo a la libertad.

jueves, 1 de enero de 2015

...

No creo que haga falta presentación. La mayoría de los que estáis leyendo esto ya sabéis quien soy, y los que no, pienso que la gracia consiste en que os hagáis una idea de mí gracias a lo que leáis aquí. Sobre la regularidad, esto son vómitos, y salvo la gente que padece bulimia o cosas por el estilo, no se suele vomitar todos los días. Pero los días en los que vomite, tendréis algo por aquí, no lo dudéis.
De momento os dejo una canción. La canción no tiene ningún sentido oculto, sólo esta para que la escuchéis (y la disfrutéis, espero)

Ah, se me olvidaba: Sed bienvenidos.